Hace unos días al finalizar una sesión me preguntaron ¿qué diferencias había entre un Estadista y un político actualmente? La pregunta desde luego era de calado y no prevista hablando de las neuronas, pero uno ya tiene algunas “tablas” y le pregunte al grupo inmediatamente para darme tiempo a pensar ¿para vosotros quien es hoy un Estadista?
Se hizo el silencio, ese silencio incomodo, nadie contestaba y no por timidez desde luego, el grupo era de todo menos tímido como había podido comprobar antes. Pasaron como quince o veinte segundos, y la chica que lo pregunto tocando sus gafas con los dedos estaba esperando que el “Gurú de la tarima” la contestara.
Mi respuesta fue que: “La diferencia entre un político y un estadista es que el primero piensa solo en las próximas elecciones, y el segundo en las próximas generaciones”. Por supuesto esto enardeció los ánimos de estos estudiantes y futuros políticos. Pero lo mejor fue cuando desvele el misterio, la frase no era mía sino de Churchill un Estadista de verdad.
La apertura del debate estaba servida, y ahora la pregunta del millón: ¿cómo se puede convertir un político en Estadista?
Eso me fue un poco más fácil de contestar porque ya había estado hace tiempo buscando la aplicación de “El modelo de las tres cajas” de Govindarajan[1], para el mundo del liderazgo político y es perfectamente aplicable a la política con mayúsculas. Con su permiso hice una adaptación a su teoría al mundo de la política, desde luego no es aplicable para ganar elecciones, pero si para ser un Estadista.
Al político le preocupa el presente o el futuro inmediato, pero una cosa es decir que vamos a transformar las sociedad y otra muy distinta gestionarla para adaptarse al futuro, mientras vivimos el presente.
Algo que tiene que tener en cuenta el “aprendiz del Estadista” es que la sociedad se mueve en una dicotomía de supervivencia, entre lo racional y lo emocional adaptando cada persona las emociones básicas o complejas, a su memoria y por tanto a algo más importante que son los sentimientos que tienen su base en la experiencia personal que tiene una base racional en cuanto a la memoria que es una impulsora hacia la acción futura y en la que han intervenido aspectos meramente emocionales, racionales y de memoria.
Tiene que tener en cuenta que la sociedad la forman individuos con memoria y “una función potencialmente importante de la memoria: su papel en permitir que los individuos imaginar, prever o simular posibles acontecimientos futuros. Pensando y preparándose para futuros eventos es una función cognitiva muy importante que tiene una gran relevancia en situaciones del mundo real en que se deben tomar decisiones sobre situaciones futuras”[2]
Por eso es creo que aplicable la teoría de Govindarajan, que aunque empresarial, propone analizar los proyectos desde tres perspectivas, o “cajas”. La primera desde luego es la gestión del presente. La segunda como abandonar o actuar con lo que hacíamos en el pasado y la tercera crear acciones para crear un futuro. Cuando se pone el “peso” es adecuado en cada caja es cuando se consigue, es una cuestión de equilibrar las tres
El Estadista lo que haría aplicando esta teoría seria transformar lo que ya no es aplicable en el contexto social del momento, preparar el futuro y hacer que la transición sea lo más justa posible.
[1] https://www.tuck.dartmouth.edu/people/vg/speaking/topics/changing-the-rules-of-the-global-game
[2] Schacter Daniel L. y Addis, Donna Rose : Remembering the Past to Imagine the Future: A Cognitive Neuroscience Perspective, MILITARY PSYCHOLOGY, 21:(Suppl. 1)S108–S112, 2009